ALUMNADO INMIGRANTE DE LENGUA EXTRANJERA
En esta entrada voy a realizar una reflexión sobre el alumnado extranjero en centros.
Con la ayuda de un documento expuesto por el departamento de eduación del gobierno de navarra en el que se refleja como se debe llevar a cabo un proyecto curricular con alumnado que tengan una lengua distinta al español y que estén estudiando esta misma lengua como lengua no materna.
La llegada a centros de alumnado inmigrante de lengua extranjera
nos ha obligado a enfrentarnos a un problema nuevo para nosotros: la
enseñanza del español como lengua segunda, con todas las consecuencias
que ello comporta para el desarrollo de estos alumnos y para sus
posibilidades reales de acceder al conocimiento escolar.
Poco a poco hemos ido tomando conciencia del alcance de nuestra
nueva tarea. No basta con responder a las necesidades comunicativas básicas
de estos alumnos. En el marco de la enseñanza obligatoria debemos
plantearnos cómo ajustar nuestra respuesta educativa de manera que satisfaga
las necesidades lingüísticas que estos alumnos tienen en función de los
objetivos educativos de esta etapa. En este contexto es necesario volver a
preguntarse cómo incorporamos el lenguaje a alumnos
en una determinada situación, dependiendo de qué
edad tengan, qué peculiaridades puede añadir a ello la condición de inmigrante,
cómo paliar la imposibilidad de tratar la lengua segunda como una educación
bilingüe, cómo convertir la escuela y sus actividades en contextos significativos
y con sentido que favorezcan el acceso de estos alumnos a la lengua
del conocimiento escolar...
Como sabemos, el desarrollo del lenguaje está directamente en relación
con las posibilidades de recibir ayudas en el ámbito de la comunicación y la
relación social por parte de aquéllos que ya dominan y usan la lengua. Por
ello es de suma importancia tener en cuenta, aun en los casos en que la escolarización
se realice en la Educación Infantil, las necesidades lingüísticas
de esta parte del alumnado, en la medida en que su competencia comunica-
tiva pueda ser menor que la de sus compañeros nativos. El profesorado y el
centro deben prever y ajustar la atención lingüística y el tipo de ayuda que
necesitan.
Desde el momento en que un alumno de lengua extranjera se incorpora
a un centro, necesitamos tener una idea más o menos completa de cómo
plantear el proceso de adquisición y/o aprendizaje de la lengua segunda, e,
incluso, de los distintos escenarios curriculares que en este proceso se deberán
ir configurando, de manera que pueda darse el progreso del alumno hacia
una competencia comunicativa que le permita la adquisición y el desarrollo
de capacidades previstas en el marco de la enseñanza obligatoria.
Por otra parte, la escolarización del alumnado de lengua extranjera nos
plantea problemas complejos, preexistentes en cierta medida, que tienen que
ver con el desarrollo de la competencia lingüística de las personas bilingües o
plurilingües, entendida ésta como competencia interdependiente que se
construye a través del uso de varias lenguas. Desde esta perspectiva, se hace
necesario reconsiderar los planteamientos curriculares de la enseñanza y del
aprendizaje de las lenguas con un nuevo horizonte: el desarrollo de una competencia
plurilingüe y pluricultural que no se contemple como la superposición
o yuxtaposición de competencias diferenciadas, sino como la existencia
de una competencia compleja y compuesta que el usuario, en este caso el
alumno, pueda utilizar
Por esta razón, y aunque el propósito principal al presentar esta propuesta
de currículo para la enseñanza obligatoria es clarificar los objetivos,
la selección de contenidos y los procedimientos de evaluación más adecuados
del español como L/2 en contextos escolares, parece conveniente llamar
la atención del profesorado y de los centros sobre las cuestiones apuntadas,
para que revisen globalmente los objetivos y contenidos y la progresión en
el aprendizaje de cada una de las lenguas que se trabajan en la escuela. Para
ello se tendrán en cuenta las distintas necesidades comunicativas que dichas
lenguas pretenden satisfacer y los procesos de transferencia y complementariedad
que se dan entre ellas.
Los alumnos inmigrantes, bien porque ya han tenido contacto con la
enseñanza de una lengua extrajera en su escolarización anterior, bien porque
su propia experiencia familiar les ha puesto en contacto con una o más lenguas
distintas, ya han desarrollado una percepción general de los fenómenos
lingüísticos. Están, por tanto, en las condiciones adecuadas para participar
con sus compañeros nativos en el descubrimiento o en el reconocimiento de
la pluralidad de lenguas y culturas, para alejarse del etnocentrismo, relativizar
pero también confirmar su identidad lingüística y cultural, reconocer la
importancia que tienen en los procesos comunicativos del lenguaje corporal,
los gestos, los componentes del sonido, la música, los ritmos... todos
ellos objetivos educativos de la Educación Primaria
además de los aspectos señalados, los elementos básicos del sistema de la
lengua vehicular y el conjunto de destrezas que les permitan desarrollar aprendizajes
específicos en las distintas áreas del currículo, satisfaciendo las necesidades
comunicativas que lleva consigo la lengua escolar, y adquiriendo un
paulatino desarrollo de la competencia comunicativa en sus dimensiones
lingüística, sociolingüística y pragmática. A lo largo de la enseñanza secundaria,
este progreso se ampliará en extensión y en profundidad, al tiempo
que se desarrolla una mayor sensibilidad hacia las lenguas y una mayor conciencia
de la interdisciplinariedad en su aprendizaje y de los distintos niveles
de competencia con que se actúa en cada una de ellas.
Conviene recordar, por último, antes de concluir estas líneas introductorias,
dos cuestiones esenciales. En primer lugar, tal como recoge el MRE,
el currículo educativo, que tiene como meta el desarrollo de una competencia
plurilingüe y pluricultural, no queda limitado al centro escolar. Esta
competencia plurilingüe y pluricultural puede iniciarse antes de la escuela y
continuar su desarrollo fuera de ella a través de la propia experiencia familiar,
la migración y los viajes, los contactos entre generaciones, los medios de
comunicación social... espacios educativos todos ellos a los que la escuela no
deberá ser ajena.
La segunda cuestión tiene que ver con la consideración de que el éxito y
la eficacia en la educación lingüística del alumnado inmigrante va a depender
en gran medida de las posibilidades de participación en la vida escolar
que le brindemos, y de que sienta el deseo y la satisfacción de la comunicación
en profundidad con sus compañeros y profesores. Sabemos que el
aprendizaje de la lengua y la integración social van de la mano y que lo segundo
no es sólo consecuencia de lo primero, sino también su motor.
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